mayo 21, 2008

Mi lugar en La Mancha

(Siguiendo con la presentación de mis trabajos de Introducción al Ensayo, aquí posteo lo que fue mi experiencia con el Quijote de Cervantes, hace muchos años. En lo personal, me enorgullece haber leído ese clásico. Que aproveche).

¿Cómo abarcar, en toda su amplitud, una obra tan magna como Don Quijote de la Mancha?

Transcurridos 403 años desde su primera edición, decir algo nuevo sobre la obra máxima de Cervantes parece imposible. Sin embargo, todos los que se han acercado al Quijote han tenido una experiencia singular. En mi caso, podría decir que fue una experiencia de descubrimiento.

Hasta que llegué a la universidad mi contacto con el Quijote se había limitado a pequeñas secciones de los libros de texto, en que se le trataba como a una obra maestra y se alababa a Cervantes, su creador, como padre de la literatura castellana. No había leído la obra y ni siquiera lo había intentado. Sin embargo, a los 20 años, esa situación cambió.

Llegó a mis manos una muy buena edición del Quijote, prologada y comentada por el español Martín de Riquer. Según averigüé después, Riquer es una de las eminencias del mundo de la literatura española, y probablemente el mayor especialista viviente en la obra de Cervantes. La edición (publicada, curiosamente, a través del diario “Ojo”) traía, además del prólogo, una abundante cantidad de comentarios y pies de página, con citas de otros autores y del mismo Riquer sobre el mundo de Cervantes y el Quijote.

Toda la edición tenía el aspecto de un trabajo serio y de larga duración, como de hecho lo fue para mí. Durante varias jornadas me entretuve con las aventuras y desventuras de Don Quijote y Sancho Panza, amén de la infinidad de entrañables personajes que pueblan la obra. Supe que el adjetivo Ingenioso que se le aplica al hidalgo proviene del Examen de Ingenios del doctor Huarte de San Juan, y que significa “desequilibrado”. Entendí que la aventura de los molinos de viento era una parodia de las luchas con gigantes que sostenían los guerreros de los libros de caballerías, contra los que Cervantes escribía. Comprendí la sutileza de Cervantes al hacer depender a Don Quijote de su dama, Dulcinea del Toboso, sin que ella se asome realmente a una sola página; y por último (porque la lista podría seguir hasta el infinito) logré ver en Don Quijote y Sancho Panza no solo a dos personajes de literatura, sino dos caracteres, dos formas de ver el mundo y dos sujetos, aunque ficticios, muy reales y con un gran corazón.

De los muchos pasajes memorables de la obra, hay uno en especial que resulta fascinante para el lector moderno. Al inicio de la segunda parte, Don Quijote y Sancho comentan los aciertos y desaciertos de la primera, publicada diez años antes. Don Quijote critica al propio Cervantes, y Sancho “se hace las cruces de espantado” al leer cosas que pasó a solas con su amo. Después de esto, ¿qué más se puede pedir?

Leer el Quijote de Riquer fue una experiencia iluminadora para mí, una oportunidad como pocas de asomarse a un clásico sumamente revisado de la literatura mundial.

3 comentarios:

karina dijo...

leete Harry Potter jejeje es muy cheveree :D

Will dijo...

Ya me lo leí. Los siete libros :-P. Y todas las películas hasta ahora. Me parece chévere, pero le falta. Salu2, Will.

karina dijo...

hey chico ya deja la Mancha ps y comienza a postear jejeje.. salu2 :D