mayo 05, 2008

Noche y Niebla

El invierno limeño llegó.

La semana que pasó, además de estar marcada por los exámenes parciales, vio llegar también al característico invierno limeño. La mañana del lunes me levanté de la cama con una sensación de frío intenso por todo el cuerpo. Miré el cielo y vi el clásico cielo color panza de burro de la estación fría. Comprendí entonces que el invierno había llegado una vez más.

Aunque oficialmente es otoño (ese invento de los gringos), digo invierno porque es el mejor nombre para la estación fría limeña. Por más que los turistas digan que el clima de Lima es muy agradable, para los naturales como yo el invierno es muy, muy frío. Ahora las calles amanecen llenas de neblina, y el pavimento, mojado por la garúa nocturna. Los días se vuelven más y más cortos, y a las seis de la tarde la oscuridad ya asoma entre las luces de la ciudad.

Para mí es un ambiente perfecto para recordar. La lluvia fina, el frío, la neblina, me despiertan mucha nostalgia. De una época en la cual la vida era más sencilla. No había mayores obligaciones y todo parecía más feliz. El cielo gris, en particular, me transporta al pasado. Ribeyro escribió una vez que "uno tiene la sensación de vivir en el fondo de un pozo". Cuando veo ese cielo me parece estar encerrado en un pozo sin salida. O mejor aun, en un sueño del pasado, silencioso, nostálgico y triste. Se me vienen a la mente muchos recuerdos, no todos felices, pero siempre debajo de ese cielo. Y entonces siento que todo calla, y sólo queda el silencio.

Es sólo una figuración, desde luego, pero sirve para mostrar la influencia del clima en el temperamento de la gente. Curiosamente, en este invierno el presente luce más prometedor que el pasado. Mi única preocupación invernal de esta temporada ha sido el frío. Y esa bendita gripe que no pasa con nada...

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